Por: Luis Oswaldo Bernal Correa
De un momento a otro nos vimos obligados a vivir una
cuarentena de la que solo sabemos que se podrá extender, por más que algunos
optimistas piensen que al finalizar el mes de abril saldrán a llevar la vida
tal cual la tenían, las cifras y los tiempos nos indican que varios meses
pasarán antes de culminar con la primera gran fase de expansión del virus que
culminará con la creación de una vacuna efectiva al alcance de todos (o eso
esperamos).
Cuarentena: Def. Humanos
obligados a estar encerrados para no morir.
Esa es la definición de cuarentena hoy en día. Una palabra
que encierra más que a personas, también nos lleva a preguntarnos ¿Con quién estamos ahora pasando la
cuarentena? ¿Con quién estamos
encerrados? Algunos afortunados han encontrado en este escenario a su
familia hermosa y renovada, que en tiempos de crisis consolida los lazos de
amor, confianza y comprensión.
Para ellos este tiempo será exigente en términos
de convivencia, de escuchar a los demás, será exigente porque sin duda la
individualidad también necesita privacidad para no perder lo que nos hace ser
nosotros mismos. Pero cuando las relaciones son sanas, dialogadas y
comprensivas podemos tener malos momentos pero no vamos a morir a manos de
nuestra familia.
La convivencia exige de nosotros un grado elevado de
compromiso y comprensión con los seres con quienes vivimos, elegir las vías del
diálogo antes que las agresiones, colaborar para que las cargas sean
distribuidas entre todos, procurar el entretenimiento grupal e individual,
buscar ocupaciones creativas y disfrutar del ocio. Así como asumir las
responsabilidades en el cuidado de todos, tales como ir a mercar o lavarnos las
manos, usar tapabocas o no exponerse innecesariamente al contagio.
No obstante, no todos están en familia y no todas las
familias saben o pueden convivir. Hablar de “familia” no es hablar de lo mismo.
Las familias son las organizaciones sociales más diversas y complejas, y en
muchos casos son el origen de muchos problemas personales y grupales que tiene
hoy nuestra sociedad.
Piensen por un momento de dónde nacen los abusadores de
distinto tipo en Colombia. Las noticias son escabrosas, veamos el titular de hoy mismo:
Colombia.- La Iglesia de Colombia suspende a 19 sacerdotes por
presuntos abusos sexuales. Lea
la noticia aquí
Si bien aclaran lo de “presuntos” es bien sabido que una institución
como la Iglesia católica entre otras, protegen a sus clérigos a pesar de ser
abusadores sexuales. Y lo que viene al caso, es que muchos son hijos de
familias tradicionales, de las denominadas “buenas familias”, incluso de
familias “humildes” (pobres en verdad). ¿Tiene la familia cuota de
responsabilidad?
Ya bien documentado está en los últimos tiempos, gracias a
trabajos como los del periodista Juan Pablo Barrientos en su libro “Dejad que
los niños vengan a mí” (Lea la reseña aquí) la existencia de casos antiguos donde “venerables”
ancianos abusadores se creían con la potestad de hacer lo que quisieran con los
pobres, con los niños y con todos los que estuvieran a su mando, y hasta en público
golpeaban y regañaba, y resultaba bien visto por la sociedad que actuaran así.
Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Qué tipo de relaciones
familiares formaron la niñez y la vida de estos abusadores? ¿Qué tipo de
familia enferma es la que acepta la violencia y el abuso como normal y deseable
por parte de un integrante, ni qué decir de un tercero como un cura?
En este escenario, no podemos ser sesgados pese a las
evidencia, también existe redes por fuera de organizaciones eclesiásticas que
se dedican a las mismas prácticas abusivas y de depredación, pero sin los rezos
y la protección silenciosa de los fieles, por lo que hace poco fueron
capturados 20 abusadores (Lea la noticia aquí).
Entonces, estar confinados en familia no necesariamente es
bueno, deseable o mejor que morir por COVID 19. Esto es algo que no podemos
pasar por alto, ni los abusos que se gestan en las familias, ni la violencia de
género que según cifras de la alcaldía de Bogotá van en aumento:
“La Secretaría de Seguridad de Bogotá reveló que desde el pasado 11 de marzo, cuando se anunció la medida de simulacro de aislamiento en Bogotá para detener la propagación del coronavirus y hasta el pasado 30 de marzo, la línea 123 recibió 1.619 llamadas de denuncias de violencia contra la mujer”. (RCN, José David Rodríguez)
Es claro que Colombia es un país con profundas violencias en
su interior, y que el confinamiento en cuarentena es un problema de vida o
muerte para las mujeres en particular, pero para todos las víctimas de abuso en
general, que han de conformarse con que el tiempo pase rápido al igual que los abusos
que se perpetúan en el silencio cómplice de la indefensión, de la tradición o
de la normalidad a la que nos tiene acostumbrados un país que en general es
indolente.
(Denuncias a la Línea 155 en Bogotá o a la línea 123)
Ya existen varias denuncias en distintas partes del mundo de
personas que están conviviendo con sus abusadores como es la historia de Kai:
Kai
tomó su móvil y escribió un mensaje lentamente: "Mamá quiere que me quede
contigo". Apretó enviar. La respuesta llegó rápidamente: "Está
bien".
La
semana pasada, la adolescente regresó a una casa a la que juró no volver jamás.
"El
instante en que entré mi cerebro se apagó", dice suavemente. "Todo se
apagó, toda sensación".
Había
regresado a vivir con su padre, el hombre que ella sostiene abusó física y
sexualmente de ella durante años.
Hace dos semanas, Kai pensó que
el coronavirus sería algo pasajero que desaparecería como tantas otras
noticias. De pronto, las cosas cambiaron. (La historia completa aquí)
Aún no sabemos los efectos de la cuarentena y el confinamiento de acuerdo a los distintos tipos de abuso que se pueden dar en las familias, aquí solo he mencionado el abuso sexual y el modelo de familia en Colombia, y la creciente de las denuncias de violencia intrafamiliar, especialmente, de violencia contra la mujer.
Para no ir más lejos, además de los casos expuestos, una médica Italiana fue asesinada por su pareja quien era enfermero y la acusó de contagiarlo de COVID. (Lea la noticia aquí)
Para no ir más lejos, además de los casos expuestos, una médica Italiana fue asesinada por su pareja quien era enfermero y la acusó de contagiarlo de COVID. (Lea la noticia aquí)
Los más afortunados solo tendrán que elevar su capacidad de
tolerancia con los demás, tendrán que elevar su espíritu para poder entender y
entenderse en medio de todos los que vivimos la cuarentena. Para los más afortunados, se abren ventanas
de posibilidad cargadas de nuevos diálogos, nuevas experiencias con los
integrantes de la familia e incluso con la pareja, es sin duda una oportunidad
para crecer.
Pero sin duda, la preocupación está dada en aquellos que no
podrán convivir, sino sobrevivir a la cuarentena para poder sobrevivir luego a
la pandemia. El reto entonces está dado, no como en el RETO
1 DE LA PANDEMIA: VIVIR CON EL MÁS INSOPORTABLE que tenemos que vérnoslas nosotros
con nosotros, sino en el RETO DE CONVIVIR con las demás personas, nuestras
familias o aquellos con los que compartimos esta cuarentena.
Referencias:
Imagen 1. Tomado version gratuitade. https://image.shutterstock.com/z/stock-photo-sad-woman-sitting-alone-in-a-empty-room-next-to-the-bed-domestic-violence-445920670.jpg
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