¡No se sienta mal, ser analfabeta está de moda!
Por Luis Oswaldo Bernal Correa
Licenciado en Filosofía
Sí, escribir mal y no entender
palabras está de moda. Después de que las sociedades invirtieron tanto en dotar
de herramientas de acceso cultural (educación) a una de las más contradictorias
especies animales (nosotros, los humanos), ahora resulta que escribir mal se
puso de moda. Unos dicen que es por rapidez,
otros que por abreviar, pero lo cierto es que el analfabetismo está de moda.
Hace poco en una conversación entre amigos surgió el tema, y nos preguntábamos ¿Qué pasa si se escribe con “mala” ortografía? Y llegábamos a la conclusión de que en definitiva, nadie se moría por ello; pero si lo hicieran, habría muchos cadáveres.
Hoy se extiende rápidamente la idea
de que “no importa la ortografía, no
importa escribir bien”, y es una
idea para pensar. Por lo que a continuación les presento un ejercicio:
Si es cierto (a manera de
hipótesis), que escribir de cualquier manera da lo mismo que escribir bien,
entonces es hora de imaginar qué pasaría si esa fuera la regla: escribe como quieras, no importa.
1 Lo
primero que pasaría es que no tendríamos que aprender las cientos de reglas que
aprendemos cuando empezamos a usar un idioma (cualquiera idioma). ¡Abajo las
reglas gramaticales, ortográficas, sintácticas y semánticas! Menos horas de clase.
2 Lo
segundo es que diferenciar entre quien escribe bien o mal, no tendría sentido. No
existen reglas, por lo tanto no existen errores. Y en consecuencia, todos
escriben como deben escribir, y punto.
3 En
tercer lugar, escribir y “textear”, serían exactamente lo mismo. Entonces,
buena parte de lo que llamamos literatura pasaría a ser historia antigua, con
sus términos rebuscados, sus metáforas incomprensibles, y en fin, tantas cosas inútiles
que complicaban el lenguaje antes (en las lejanías del siglo XX). Ahora se escribe como se habla.
4 En
cuarto lugar las palabras dejarán de existir: ¡Cómo! (tal como lo leen, dejarán
de existir como las conocemos). La tendencia es reducir las palabras a su
mínima expresión gráfica, entonces ya no tendremos que preocuparnos por
aprender varias palabras para decir lo mismo, sólo basta poner las palabras
precisas y las letras exactas, y así podremos escribir halagos como el siguiente:
“Hola Guapa. ¿Qué haces?” que se convierte en “olawapa k ases”. Nos ahorramos letras y signos al pasar 21 a 12 letras;
de usar 4 palabras a 3. ¡Esta reducción nos deja tanto tiempo libre!
Dejemos hasta aquí la hipótesis:
Si existe algún problema con todo esto, no es que los jóvenes se sientan
obligados y forzados a aprender cosas que no desean aprender, porque lo
queramos o no, la cultura misma, la educación en general es contra
natura (si fuera natural no tendríamos escuelas). De allí que la
comodidad generacional de algunos, de hecho de todos los que fuimos adolescentes,
es una razón que carece de peso en este contexto. Todo adolescente siente por
antonomasia cierto rechazo a las normas, y más si son gramaticales.
El problema tampoco es ignorar
cómo se escriben ciertas palabras, ya que estamos en permanente proceso de
aprendizaje y nunca lo sabremos todo. De
hecho la vida es un proceso permanente de aprendizaje.
El problema radica en aquellas voces
que pretenden validar la postura de que “escribir bien o mal da lo mismo”, es
decir, que la construcción histórica, la riqueza literaria, la variedad de idiomas,
y en síntesis, todo lenguaje como lo conocemos podría desaparecer sin traer consecuencias
con ello.
Lo cierto es que escribir bien una
palabra revela el grado de apropiación de la cultura y del contexto en el que
se vive. Si la gente prefiere escribir como habla, pues es una decisión individual,
pero hacer de este simplismo una postura general que valide la ignorancia como
postura epistemológica, es una ofensa contra la humanidad (metafóricamente
hablando).
El lenguaje, los significados,
los símbolos, la cultura y nuestra naturaleza habitan en el lenguaje y sus
profundidades. Nosotros somos lo que hablamos, lo que escribimos, lo que
expresamos… y en cada norma y palabra de nuestros múltiples idiomas habitan
historias, personajes, lugares que nunca conoceremos. Y cuando escribimos
correctamente un texto, y nos esforzamos por aprender a escribirlo bien, estamos
haciendo parte de la larga trayectoria de la humanidad, de sus culturas y tradiciones
que se revelan en las etimologías de las palabras que tanto nos han hecho
sufrir, pero que tan magníficas se revelan para ayudarnos a describir nuestras
realidades materiales y nuestras profundas e invisibles complejidades.
Podremos comparar la necesidad de
escribir bien con la de comer, y reconoceremos lo trivial de las tildes para la
supervivencia de la humanidad. Y sin embargo, en la era de la información,
contrario a esta tendencia ridiculizadora del lenguaje, se necesita más que
antes una competencia creciente, sino excepcional para comprender textos, leer
más que letras, ir más allá de la literalidad. Pero sólo llegarán allá quienes
sepan leer y usar el lenguaje. No es lo
mismo que para algunos importe poco escribir mal a que no importe escribir
bien.
Ahora sí, si quiere siéntase mal
porque el analfabetismo en la sociedad del conocimiento es la peor elección que
usted puede tomar.
PD: Y seguramente, en este artículo hay más de un error ortográfico por corregir.
Mala ortografía en las redes sociales: http://www.positivadimension.com/2014/01/mala-ortografia-en-las-redes-sociales.html
Empleo de la ortografía en redes sociales: http://andrecarolinaaguirre.wordpress.com/
http://www.taringa.net/comunidades/powerconocimiento/6669480/Internet-versus-Ortografia-Quien-ganara.html
http://g.cdn.mersap.com/fotografia/files/2014/02/errores-ortografia1.jpg
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