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Atardecer Cartagenero 2016- Foto: Oswaldo Bernal - Licencia CC. |
Amada hija mía:
Somos como gotas de agua...
Somos una posibilidad que se realiza en
el tiempo. Nunca sabremos cuánto tiempo tenemos, sólo sabemos que su fin es
seguro, que la muerte nos espera: ¿Qué tal si muriéramos viviendo lo que
deseamos? A eso te invito, no postergues lo que quieres, lucha por eso y consíguelo,
la vida depende de eso, porque esa es la VIDA.
Hay quien planea su vida, al punto de no
vivirla porque espera que llegue el tiempo oportuno, el tiempo perfecto, la
persona ideal, el capital suficiente, la noche exacta, la oportunidad grandiosa…
y se olvidan que eso no existe. No esperes, el mejor tiempo es cuando sucede,
no cuando debería porque en esta vida nada sucede como uno lo imagina, lo que debería
ser no es más que la voz de lo ideado que sufre frente a la vida que se abre
paso.
Pero tampoco caigas en el “Hic et nunc”,
la lapidaria frase que enarbolan muchos como el horizonte de su azarosa y afanosa
existencia: “Aquí y ahora” como quien vive en un eterno presente (algo
contradictorio). Cierto que solo tenemos el presente, igual de cierto que
nuestro presente es fruto de lo que hemos decidido y hecho antes: No dejes de
soñar para que tus presentes sean los que te mereces. Que nadie trunque tu
camino obligándote a sacrificarte, no le des en vano el tiempo a nadie, no lo
pierdas pues no se recupera nunca, recuerda que no le debes vida a nadie, ni por amor, ni por deber, mucho
menos por obligación.
El tiempo no lo lloran los santos, lo
lloramos nosotros cuando lamentamos las malas decisiones, cuando lamentamos la
vida perdida, las tristezas y el dolor, pero más allá de eso que nos sucede a
casi todos, vive sin traicionarte, atesora tus vivencias y haz que tu paso por
la existencia sea una magnífica historia: Tu historia.
Te amo, Sara Alejandra.
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