Por: Oswaldo Bernal
Esta tristeza es
como un rayo de un sol cálido en la tarde con esa brisa tibia que recibe las lágrimas
del alma.
Esta tristeza es
como un suave abrazo que se prolonga mientras no llegue el viento que se lo
lleva todo, el mismo viento que es la vida, que es la muerte, que es la certeza
inaudita de la impermanencia.
Esta tristeza es
el miedo a perderlo todo, a perder todo lo que me quedó, todo lo que me dejaron
y que a nadie puedo mostrar, los tesoros de su valor, de su bondad, los tesoros
de su vida, de sus caprichos, sus rabias, sus imperfecciones que solo ahora
empiezo a comprender.
Esta tristeza es
el miedo a irme por donde ellos ya se fueron, es saberme deslizándome sin poder
sujetarme de algún asidero, algunas esquina, algún salvavidas, es reconocer que
no hay otra opción, nunca la ha habido, somos una ilusión fugaz, el error de la
nada.
Esta tristeza es
la falta de valentía para levantarme del piso de mis desconsuelos, es el
desespero de saber que el tiempo corre, pero saber que tampoco vale la pena el afán.
Esta tristeza es
la cárcel que levanto para quedarme encerrado habitando una esquina, quiero refugiarme
en la oscuridad, poder llorar hasta deshacerme a mí mismo en las lágrimas del sinsentido
de su ausencia y de la mía.
Esta tristeza
sigue siendo los gritos que doy sin que salgan cuando la soledad me acompaña,
es la impotencia y la rabia que no puedo dejar salir, porque afuera solo hay ausencia
y la rutina de la vida que carece de sentido.
Esta tristeza es
solo la misma soledad de siempre, esa que un día logré engañar para que me dejara
en paz; pero que volvió.
Esta tristeza es la escena en la que mi vida se congeló.
Esta tristeza me
carcome.
Fotografía: Atardecer en Lima. Foto: Oswaldo Bernal.
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