31/5/20

Vivir es asombroso: A mis hijos, a mis sobrinos.



Por: Luis Oswaldo Bernal Correa

Dedicado a la Flor de mi vida,
a mis hijos Sara Alejandra,
Angélica María y
Luis Alejandro.
Y a mi sobrina Maleja, Alejo , Stefy y Alisson.

Y a mi amada madre, Gloria.


Una invitación a la voluntad y a no dejar de preguntar... un poco de la visión que tengo.

(Para mis hijos y para cualquiera que de atreva)

La vida es la improbabilidad más maravillosa de la que podamos dar cuenta. ¿Se han fijado en la serie de acontecimientos que tuvieron que darse antes de nuestra “llegada” al mundo? Nuestros padres, sus historias de vida, sus problemas y aciertos, sus triunfos y decisiones nos condujeron de una u otra forma al presente que llamamos vida. 

Nuestros antepasados, aquellos de los que no tenemos ninguna idea, aquellos que jamás conoceremos nos han traído aquí, aquellos que sin consciencia han hecho parte de nuestra historia biológica, química y natural de la majestuosa EVOLUCIÓN  adaptativa de la que somos una mínima y maravillosa parte. 

Somos fruto del universo y su vida estallando por doquier hace millones de millones de años, somos explosión de vida... así se un instante. Y ese universo, o mejor aún, ese cosmos como dice Sagan “es todo lo que es, todo lo que fue y todo lo que será”.

Pero con pesar nos hemos acostumbrado a dar por sentados nuestros latidos, nuestra respiración, nuestros amaneceres y nuestras noches de sueño. Nos hemos acostumbrado a la maravillosa naturaleza de la que hacemos parte insignificante, somos los más jóvenes en este magnífico planeta, somos la más reciente evolución de la materia que es capaz de pensarse y ser consciente de sí misma y su lugar en el universo de todo lo que existe. (Idea de Sagan).

Hemos perdido la capacidad de asombro ante nuestra facilidad para el conformismo. Es comprensible que muchos se hayan declarado incapaces de abrir los ojos al mundo, y se hayan negado al asombro, a las preguntas y a la aventura de la existencia y hayan decidido doblegar su intelecto y su espíritu ante la cómoda docilidad de espíritu de una vida sin carácter a cambio de un falso sentido de seguridad. Hay gente que solo quieren vivir coml Zombies o máquinas. No soy de esos.

Nos vendieron y nos convencieron que preguntar era inherentemente malo, prohibido e indebido; nos enseñaron todas las respuestas a las preguntas que no nos dejaron hacer, que aún no nos hacíamos, y por lo tanto, nos impidieron deleitarnos con la vida y el placer de buscar el conocimiento mediante el uso de nuestra razón: la capacidad de pensar aguda y críticamente.

Nos ofrecieron historias que son menos fantásticas que la vida misma y sus sucesos (muertos que vuelven a la vida en lugar de la maravilla de dar vida), pero así se aseguraban que el conocimiento nunca estuviera a nuestro alcance de nadie porque nunca lograríamos alcanzar la “supuesta” mente de dios o los dioses donde afirman que está el conocimiento, como si fuera una tierra inalcanzable.

Cuando es todo lo contrario: el conocimiento es un estímulo diario que nos permite avanzar día a día perfectiblemente hacia la humilde comprensión de la vida. La vida, el mas acá en el que vivimos todos los días, en lugar de pelear por las promesas del más allá.

Nos imbuyeron en un mar de relatos vestidos con el adjetivo de “sagrados”, que no solo son historias ridículas sino que sorprendentemente la gente repite a “pie juntillas” como una oración de la que depende su estabilidad mental. 

Sin sus historias la gente entra en pánico, le temen a vivir sin sus fantasías. Han hecho que sobre estas historias de barro se funde la moral y la conducta de pueblos enteros, han edificado cárceles de ignorancia tan adoradas que pensar y sentir por fuera de los límites es pecado y anatema, una causa de excomunión y muerte. 

Si quieren saber si están presos de alguna cárcel pregúntense ¿Temen pensar o hacer ciertas preguntas? ¿Temen leer ciertos libros por miedo a lo que encuentren? ¿Temes hablar o preguntar seriamente cuestiones sobre algo con ciertas personas?

De estos relatos los hay mágicos, diversos, animalescos, criminales, abusivos y perversos… pero como son sagrados la gente ya sabe que no debe ni puede pensar. 

En este mundo mágico nos han dado un lugar especial para compensar la ignorancia en la que hemos aceptado vivir, nos han dicho que somos creaturas o hijos de dios, según el relato y el dios o los dioses de su conveniencia y cultura.  

Además se nos han prometido infinitas glorias para los obedientes y castigos innombrables para los cuestionadores, los que indagan, los que no “creen”, los que se niegan a dejar las evidencias de los hechos y la razón a cambio de placebos mágicos y promesas incomprobables que aparecerán justo cuando dejemos de respirar.

Estos relatos crecen en barreras irracionales como la conveniente incognoscibilidad de todo lo que a ellos refiere, y donde la “irracional fe” (que es una tautología) consiste en creer sin cuestionar, en dudar de los que dudan, y tratar aquellos diferentes como infieles y equívocas mentes incapaces de ver más allá de lo que los ojos muestran. 

Así la razón se convierte en la peor enemiga de la fe, la superstición, el misticismo y el esoterismo. Nuestra mejor herramienta para hacer frente a los prejuicios no es actuar igual, sino ofrecer argumentos pero con el peligro de que los prejuiciosos desprecien nuestro ejercicio dilógico y racional, pero el ego, el miedo y la ignorancia vuelven a las personas violentas.

Vemos la vida, sin embargo, con tanta naturalidad que hemos perdido la capacidad de asombro y en su lugar buscamos relatos fantásticos, ideas mágicas y milagrosas, buscamos todas las respuestas cuando lo verdaderamente fundamental y maravilloso es ser capaz de hacer las preguntas que precisemos sin miedo, en libertad y con astucia.

Llevamos tiempo siendo cómodamente engañados, y es hora de incomodarnos y ver las cosas desde otra perspectiva, una que vuelva a dar valor a la vida y obligue a los ilusionistas a dar cuentas de sus fantasmagorías. Esta por lo tanto es una invitación a ser valientes, a cuestionar todo, sin miedo, a plantear las ideas por encima de la violencia, a argumentar antes que creer ingenuamente, y a asumir que no necesitamos todas las respuestas aunque podemos buscarlas toda la vida. A asumir que podemos vivir con dudas sobre una casi infinita cuestión de cosas, pero que otras debemos afirmarlas porque la razón y los hechos así nos lo demuestran y evidencian aunque siempre las cosas pueden cambiar si los hechos o evidencias cambian. No es problema errar, pero sí mantenerse en un error negando la razón y la argumentación como herramienta útil para afrontar la vida. Hay cosas que siempre ignoraremos y otras que sabremos con certeza, pero que la duda no nos ahoguen y nos impidan llegar a terreno firme, no debemos tener miedo en sacar conclusiones y defenderlas hasta que encontremos en ello un error o mejores argumentos para cambiar de creencias y saberes.

La irracionalidad como la razón son parte de nuestra naturaleza, pero no podemos darnos el lujo de desperdiciar una herramienta magnifica como nuestra mente en engaños e ilusiones como las mencionadas solo porque son “mágicas” o “sagradas”, ya antes la Iglesia ha asesinado para callar a los que preguntan y en otros tiempos la ira de dios caería sobre mi cabeza, pero confío en que podamos vivir en una sociedad libre y basada en derechos, donde ser diferente no sea un castigo y más que la diferencia la independencia. Deseo para ustedes un mundo donde puedan elevar su voz, ser líderes y dar ejemplo, en lugar del anonimato conformista que muchos eligen.




Sin embargo, que su mente no se embote, ni se llene de orgullo, que no se nieguen a escuchar al otro a quien hay que respetar, pero no así las ideas, ya que toda idea es cuestionable y ninguna es sagrada como para creerla una “revelación” divina. No teman expresar sus pensamientos y estén siempre dispuestos a aprender. Y así como es imperioso hablar con sentido, también es valioso aprender a escuchar a los otros y así mismos, porque en el silencio encontraremos la paz y la tranquilidad para entender las batallas que vale la pena luchar y aquellas que es mejor dejar pasar.


No hay recetas en la vida, pero sin duda amar en una clave fundamental. Amar es dar la vida por otro en sentidos que es difícil comprender hasta que lo vivimos, y la vida se da de diversas formas y en muchos tiempos.  No vivan en afán ni prisa, no hay que llegar a ningún lado, hay que viajar y disfrutar nuestro viaje, así como elegir muy bien nuestros compañeros de viaje, podemos cambiar nuestra silla y cambiar de ruta, buscar pistas y mapas…al final el viaje terminará, pero no apresuremos nuestro fin. La vida es increíblemente lo más maravilloso que tendremos dada la improbabilidad de que estemos vivos y respiremos, no la despreciemos por alguien o por algo, todo pasa, nada permanece como nos enseña en Buda Shakyamuni.

Vivan y valoren el presente, que el futuro no los angustie mucho, ni el pasado los atormente, ninguno de los dos existen más allá de nuestra mente aunque podamos recordar y planear. Ustedes son mi presente, mi compañera de viaje, mi amante y la mejor mujer que nunca soñé y mis hijas e hijo, en quienes he descubierto el amor pese a las vicisitudes de la vida. Las amo, y siempre las amaré.  Recuerden que vivir es asombroso, mi vida fue asombrosa y maravillosamente excitante, nunca fácil, pero jamás tan difícil como para no seguir en este viaje.   




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