Por: Luis Oswaldo Bernal Correa
Las calles están vacías, pero solo si miramos a ciertas
horas y en ciertas calles. Otras están llenas, todos los días y a todas horas.
Porque la cuarentena es relativa, así como lo es la gravedad del virus.
Para algunos el COVID es lo más grande y peligroso que les
ha pasado y les pasará en sus existencias, para otros, es el menor de los males
- y si llega, bienvenido- porque aunque hoy “parece” que no hay temor más
grande y generalizado que estar contagiado de COVID 19, lo cierto es que en
Colombia convivimos con otros miedos más peligrosos y mortales.
Sin embargo, el COVID es real y mortal. Esto exacerba los
miedos y los temores, los primeros (miedos) focalizados y reales y los segundos
(temores) imaginarios, pero no por ello menos reales.
-¿Cuál es el problema con esto?
Pues que la gente actúa movida por sus temores. En las redes
sociales cuando se reportan nuevos casos de contagio, piden que les digan dónde
están los contagiados.
-¿Para qué?
Pues no es para ir a ayudarlos o rezar en la puerta de su
casa. El temor es claro, la segregación, la discriminación y la violencia están
al alcance de todos. Está latente la alternativa violenta en quienes ya son
violentos, y encuentran en esto un motivo, máxime si sienten que su vida está
en riesgo. Y es una nueva excusa para quienes no han desarrollado esa
lamentable faceta humana, tan reprobable en tiempos de crisis.
Ahora la vida de todos va a cambiar, no volveremos a estar
juntos como antes, no habrán más discotecas, ni más conciertos, y diremos adiós
a los eventos masivos… y los que haya, serán radicalmente diferentes, so pena de infectarse del COVID o de
cualquier otro padecimiento distinto, que en este contexto también empiezan a ser
mortales por el estado crítico del sistema de salud.
Este cambio nos lleva a mirar y saludar desde lejos, no
habrá más abrazos con extraños, ni saludos de besos en la mejilla (doble si
eres de algunos países), no habrá más apretones de manos, ni baños turcos o
saunas compartidos… Nos distanciaremos.
Hoy tenemos el reto de dominar nuestros miedos, para que no
hagamos estupideces en momentos en los que la vida es frágil, lo queramos o no
reconocer.
Ya las relaciones sexuales estarán atravesadas por un factor
tan extraño que solo puedo imaginar la escena de la película “El demoledor” (1993),
donde una pareja de policías, uno congelado y traído desde el pasado (Sylvester
Stallone) y otra policía del año 2032 (Sandra Bullock), habitante de la ciudad
de “San Ángeles” intentan tener sexo sin ningún contacto físico, para lo cual
utilizan un casco que trasmite las sensaciones sin ningún contacto.
Es una película para ver en cuarentena.
¿Cómo serán las relaciones ahora? ¿Tendremos tele-traiciones?
¿La infidelidad será por webcam? ¿El contacto directo llegará a ser tan
extraño, como lo es para nosotros que haya personas que no se bañen las manos?
En cualquier caso, el 3er reto que nos propone la pandemia
es aprender a convivir con los externos, con los demás que sin duda necesitamos
y a quienes veremos y saludaremos de nuevas formas, pero sin caer en el pánico
y el miedo, sin llegar a la violencia (tan a la mano), sin llegar a la indiferencia,
sin dejar de ser la mejor versión de nosotros mismos.
Lee el RETO 2 DE LA PANDEMIA: CONVIVIR O SOBREVIVIR (LA FAMILIA)
Lee el RETO 1 DE LA PANDEMIA: VIVIR CON EL MÁS INSOPORTABLE (NOSOTROS)
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REFERENCIA
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