LA FEMINIDAD PUESTA A PRUEBA
Paradojas, tensiones y educación
Por:
Luis Oswaldo Bernal Correa
Ensayista y Filósofo
1.
Introducción
Una
mujer camina libremente por una calle de Bogotá a las 3:45 am de un sábado
cualquiera tras una fiesta que recién termina. Nadie la persigue para
castigarla, nadie le reprochará, y seguramente, no irá al infierno por
ello. Pero hace 30 años habría sido
abiertamente señalada y castigada, hace 50 años dicha situación sería
inconcebible excepto para las damas prostitutas -quienes ocuparán un lugar
especial más adelante en nuestra reflexión-.
En
Colombia como en el resto de Latinoamérica muchas cosas llegan tarde, entre
ellas las ideas. Por esta razón, los procesos feministas que hicieron posible
las libertades actuales de las mujeres de nuestro país son tan recientes; no
por ello menos importantes pero para desconcierto y vergüenza de todas y de
todos sí son ampliamente desconocidos.
En este
texto abordaré lo que he dado en llamar las paradojas
de la feminidad posmoderna, y no porque como sociedad hayamos llegado a los
proceso posmodernos de pensamiento y desarrollo, sino porque dados los avances
tecnológicos de nuestro siglo, estamos al tanto de lo que ocurre en sociedades
“vanguardistas” en las que se da la redefinición de los roles sociales del
hombre y la mujer, y dada nuestra conciencia mediática creemos que lo que vemos
en otras partes del mundo sólo debe ser copiado aquí y ya. Ser mujer es más que
una cuestión de moda.
2.
Adiós a
las Mujeres imaginarias
No
existen mujeres universales como no hay hombres universales cuando hablamos de
procesos históricos. Nuestra historia está reducida a la Cultura Occidental,
esa trama de significaciones –como dice Geertz- que nos permite identificarnos
como parte de una tradición. Es decir, que fuera de nuestra historia dejaremos
a muchas otras formas culturales de ser mujer aunque al finalizar nuestro texto
veremos el carácter universal de la situación femenina.
De forma
general podemos identificar tres grandes Hitos en este trazado genealógico de
la feminidad occidental:
- La mujer Greco-latina
- La mujer Medieval
- La mujer Renacentista
Antes de
la época Grecolatina no existía la cultura occidental. La mujer ocupa un lugar
definido en la sociedad como cuidadora del fuego de los dioses, de la hoguera,
del Hogar. Aunque se encarga del hogar no asume de forma determinante la
educación de los hijos, sobre todo si eran varones. Las niñas estaban
destinadas a la obediencia, a la belleza, a la formalidad y a la reproducción.
No les estaba permitido asumir ningún cargo público, ni caminar solas sin sus
maridos. Contadas algunas excepciones, las mujeres no eran más que madres,
exceptuado a las mujeres que se dedicaban a la prostitución, y en cualquiera de
los casos estaban bajo el control del hombre. No las salva ni siquiera la
existencia de un Panteón plagado de diosas
femeninas como Afrodita, Atenea o Hera. Es oportuno recordar cómo los
hombres se disfrazaban de mujeres
en las obras teatrales.
En la
época Medieval, la mujer no mejoró su condición, y de hecho con la versión
cristiana del mundo se le consideró la fuente primera del pecado a través del
mito del paraíso y las figuras de Adán
y Eva. Dicho relato asoció a la mujer un carácter moral de pecado y
maldad, se era mala por ser mujer; sin embargo, en esta cosmovisión cristiana
la maldad fue redimida a través de otra figura femenina como la de María la madre de Jesús, quien
gracias a su ciega obediencia redime a la mujer (prefigurada en Eva) y la
acerca de nuevo a Dios a través de su rol de madre, momento en el que la
maternidad se eleva a carácter divino.
Como se
evidencia, la mujer sigue siendo mantenida en la esfera de lo privado, y su
reino es la intimidad que en todo caso se
presenta de forma rigurosa pues ya no son permitidos los comportamientos
que vayan en contra de la sumisión debida al esposo, si en la época grecolatina
había posibilidades de aparición en espacios públicos ocasionalmente, en esta
nueva época si llegase a haber algún tipo de aparición ésta debía estar sujeta
a los parámetros religiosos: la religión asigna el rol a la mujer.
Este
contexto cristiano dio origen a la institución conocida como la Iglesia, la
cual es abiertamente masculina, sin desconocer las nuevas formas de redención
de la mujer a través del servicio a Dios mediante la consagración religiosa.
Un caso
que merece especial atención en este momento es la aparición de las brujas como el modelo femenino
de maldad, toda vez que en el proceso de expansión del cristianismo se obligaba
tanto a hombres como a mujeres no creyentes a someterse a los deberes de la
nueva fe. Muchos pueblos ofrecieron resistencia ante el proceso de aculturación
forzosa, máxime cuando sus cosmovisiones como las de los pueblos Celtas estaban
basados en una perspectiva femenina del mundo, de la naturaleza, y de la tierra,
de allí que la Iglesia proveyera herramientas para efectuar conversiones entre
los más renuentes tales como el miedo, la persecución y la satanización de los
roles opuestos a la doctrina cristiana como consta en el Malleus Maleficarum, a propósito de las mujeres:
Pero como en estos
tiempos esta perfidia [la brujería] se encuentra con más frecuencia entre las
mujeres que entre los hombres, como lo sabemos por experiencia, si alguien
siente curiosidad en cuanto a la razón, podemos agregar, a lo ya dicho, lo
siguiente: que como son más débiles de mente y de cuerpo, no es de extrañar que
caigan en mayor medida bajo el hechizo de la brujería.
Porque en lo que
respecta al intelecto, o a la comprensión de las cosas espirituales, parecen
ser de distinta naturaleza que los hombre, hecho respaldado por la lógica de
las autoridades, y apoyado por diversos ejemplos de las Escrituras.
Pero la razón
natural es que es más carnal que el hombre, como resulta claro de sus muchas
abominaciones carnales. Y debe señalarse que hubo un defecto en la formación de
la primera mujer, ya que fue formada de una costilla curva, es decir, la
costilla del pecho, que se encuentra encorvada, por decirlo así, en dirección
contraria a la de un hombre. Y como debido a este defecto es un animal imperfecto,
siempre engaña. (Kramer & Sprenger, 1486, p.50)
Finalmente, una vez terminada la época
medieval el mundo occidental entra en nuevos procesos de transformación a
través del renacimiento de las artes y de las letras en Europa.
Estos procesos en la perspectiva femenina
aunque significarán cambios no serán capaces de levantar la visión que sobre
ella se cernía tras más de diez siglos de medioevo y una tradición grecolatina
tan profunda.
La mujer aparecerá en el centro de las
concepciones estéticas, y será objeto de admiración por sí misma, ya no por su
maternidad como lo demuestra el retrato de La Gioconda elaborado por Leonardo
Da Vinci, y cuyo contenido sigue siendo fuente de estudios simbólicos,
culturales y artísticos.
El mundo empieza a redefinirse con la
construcción de las ciudades, los comercios, las universidades laicas, la
imprenta (nuevamente inventada) entre otros grandes logros. Sin embargo, las
transformaciones no favorecerán particularmente a la mujer pues seguirá
confinada a oficios no remunerados, así como al hogar en condiciones que no
mejoraron sustancialmente en comparación con las de la edad media. Ya las
familias no vivían en los establos con los animales y los niños, la cocina, el heno y sus excrementos; ahora vivían en casas urbanas, inquilinatos, pobreza y letrinas sin aseo
pues la ingeniería se recuperaría lentamente desde la desaparición del imperio romano.
Pese a las transformaciones externas la
moral y la religión cristiana lograron sobrevivir al declive del sistema
económico y social del feudalismo; empero, la religión cristiana en su versión
centralizada en Roma tuvo que enfrentar su propia transformación en manos de
los reformadores protestantes, uno de los más memorables es Martín Lutero quien
para indignación de la Iglesia Romana (pues a partir de este punto aparecerán
otras Iglesias Cristianas) se casará con Catalina de Bora una ex-monja alemana. Sus planteamientos fueron profundos y radicales, baste recordar uno de
los principales en contra de la venta indiscriminada de indulgencias para financiar la construcción de la basílica
de San Pedro en Roma, la gran empresa del papa Julio II.
Con esta reforma la mujer entraba en un nuevo rol
en el marco del cristianismo luterano al poder llegar al sacerdocio, lo que
hasta entonces, era una vocación exclusiva para los hombres. Sólo nos llega
como dato curioso la leyenda de la papisa
Juana.
Según la leyenda, mujer que ocupó
el trono papal. Su supuesto pontificado tuvo lugar, según diferentes relatos, entre
los siglos IX y XI. Una versión asegura que nació en Inglaterra (o en Alemania,
de padres ingleses) y se enamoró de un monje benedictino con el que huyó a
Atenas disfrazada de hombre. Tras la muerte de su amante, ingresó en el
sacerdocio, se convirtió en cardenal y fue elegida papa como Juan VIII,
sucediendo al papa León IV (847-855). En el 857, durante una procesión papal,
dio a luz un hijo, con lo que se descubrió que era una mujer. La papisa murió
durante el parto. (Encarta, 2009)
3.
Mujeres:
la cosa es de plata.
Las
mujeres hasta este punto de la historia occidental no han entrado como sujeto
colectivo a pensarse a sí mismas, y pasará tiempo para que lo hagan de forma
consciente. Sin embargo, después de la industrialización la feminidad en la
sociedad occidental jamás volverá a ser la misma.
a) Revolución Industrial: El trabajo os hará
libres.
Ninguna
transformación social se produce cómo los libros de historia lo muestran, como
si en un año y un día exactos todos se hubieran puesto de acuerdo para cambiar
las cosas, por eso los hechos se unen, unos y otros para generar cambios a lo
largo del tiempo.
Nadie
creyó que la aparición del nuevo sistema económico industria basado en el
capitalismo iba a modificar tan profundamente la sociedad al desterrar del
campo a los antiguos siervos y agruparlos en las ciudades creando por primera
vez la miseria y la pobreza en la escala en que la conocemos hoy. Estos nuevos pobres, masificaron las ciudades
y fueron la mano de obra de las industrias nacientes. Poco a poco los hombres
fueron incapaces de dar abasto con tanto trabajo, el aumento de las
enfermedades y el incremento de la mortandad. Así fue cómo la sociedad
industrial sacó de los hogares a los
niños y a las mujeres y los puso a trabajar en las industrias explotándolos
hasta la muerte, sin embargo, el precio que pagó la sociedad fue la destrucción
estructural de la familia: la mujer por fin había salido del hogar a ocupar un
escenario masculino al margen de la religión y de la moral.
Ella se
convirtió en trabajadora, con menos sueldo y mayor explotación, pero se
convirtió en trabajadora que ganaba su propio dinero.
¿Pero
acaso las mujeres dedicadas a la prostitución no eran ya independientes desde
antes? ¿No ganaban su propio dinero? Lo cierto es que el desprestigio moral en
que la cultura occidental cristiana ha sumido a la mujer dedicada a la
prostitución no ha permitido ver con claridad las condiciones en las que se
desarrollaba este tipo de trabajo. De hecho la prostitución, contraria a la idea de autonomía e
independencia con relación a los hombres que parece tener en las culturas
antiguas era un escenario creado por los hombres para satisfacer sus deseos,
manteniendo una oposición radical y frontal con el otro tipo de mujer que se
aceptaba: la mujer reproductora.
Esta
oposición hizo creer que la mujer prostituta era algo así como una empresaria
de su cuerpo, pero lo cierto es que se hallaba en otro rol pero bajo el mismo
yugo de los hombres quienes se encargaban de suministrar protección a sus
trabajadoras y eran quienes recibían la mayor parte del dinero. La prostituta
era un objeto de comercio muy apetecido en las culturas del medio oriente, sin
embargo, en Grecia su perfil se fue elevando pues mientras otras mujeres estaban confinadas al
hogar por lo general en un completo
grado de analfabetismo, las prostitutas eran aceptadas en círculos literarios y
de hecho, accedían a placeres y oportunidades que ninguna otra mujer conocería.
Ya en la
edad media, su situación pese a que siempre se les rechazó, logró tener una
mayor “comprensión” siguiendo las enseñanzas de San Agustín
que sostenía que la erradicación de la prostitución
haría surgir otras formas más radicales de inmoralidad y perversión, ya que los
hombres seguirían buscando el contacto sexual fuera del matrimonio. A finales
de la edad media los burdeles legales florecían en toda Europa y proporcionaban
importantes ingresos a los miembros corruptos del gobierno y de la Iglesia (Encarta,
2009, Véase Prostitución ).
Así las
cosas, la industrialización formalizó el negocio de la prostitución grabándole
impuestos y creando zonas especiales para su desarrollo. En este momento, el
rol de mujer prostituta alcanzaba igual que el de la mujer reproductora un
lugar diferente en la sociedad.
b) Revolución política y simbólica: Los
derechos son del hombre.
La
sociedad por fin había ofrecido un lugar diferente a la mujer, y aunque seguía sometida
a un orden totalmente masculino, la mujer se desempeñaba en trabajos que se
creía eran incapaces de realizar. En este contexto las reivindicaciones
políticas aparecían por todas partes, especialmente a las Revolución Francesa, que dicho sea de paso, promulgó los
derechos del Hombre, es decir, que políticamente la mujer seguía siendo menor
de edad mientras que el resto del mundo masculino ya había alcanzado la
igualdad legal. La estadounidense Susan B. Anthony comenzó su lucha en favor
del sufragio universal en 1851. Y para el año 1869 los esclavos habían obtenido
el derecho al voto mientras las mujeres seguían esperando. La lucha por el
reconocimiento político sigue dándose hasta hoy.
c) Revolución Sexual: La mujer podrá ser
infiel.
Desde
finales del Siglo XVIII y hasta la mitad del siglo XX la mujer en diferentes
partes del mundo inició procesos de reivindicación que le permitieron
participar en los escenarios que hasta ese entonces habían sido exclusividad de
los hombres. Poco a poco la mujer
ganó para sí un reconocimiento a nivel político, económico, se le permitió
votar, se le reconoció el estatus de mayor de edad igual que a un
adulto varón, pudo heredar bienes y administrar su dinero y sus propiedades,
pudo acceder a la educación general desde la más básica hasta la educación
superior. La mujer estaba en una carrera que en no pocos momento se había
tomado como revanchista porque se quisiera o no, varios elementos de la
sociedad occidental tradicional se negaban a aceptar los cambios que venían
ocurriendo.
Sin
embargo, sólo hasta la aparición de la píldora
anticonceptiva creada por el biólogo Gregory Goodwin en 1960, la mujer
irrumpe como sujeto dotado de posibilidades desconocidas, pues dicho sea de
paso, la mujer seguía ligada a la relación sexual reproductiva con el hombre,
seguía ocupando el rol de madre reproductora al cual no podía sustraerse, era
el último eslabón natural que por lo que se sabía no podría ser eliminado.
Ahora la
mujer podía elegir tener o no hijos, lo que implicaba una total autonomía sobre
su sexualidad, fenómeno que nunca se
había presentado en la historia de la humanidad. Esta revolución se da en una
generación de jóvenes herederos de la desilusión y del existencialismo
emergente tras el declive de los grandes metarelatos y las grandes historias de
esperanza que quedaron sepultadas en las ruinas de la Segunda Guerra Mundial.
Esta generación fue mayoritariamente huérfana, y no tenía ningún interés en
reproducirse para dejar al mundo una nueva raza de soldados.
Ya no
existía ninguna diferencia entre hombres y mujeres más allá de la condición
sexual de su nacimiento, ambos podían elegir qué hacer y cuándo hacerlo. La
apuesta fue vivir el presente porque la idea de construir un futuro no era
atractiva después de conocer que en cualquier momento una bomba nuclear podía
acabar con la vida en el planeta. Así aparece el Hipismo, el Rock, las propuestas revolucionarias alentadas por el
comunismo, todas expresiones de transformación del presente en algo
nuevo impensado, nada que tuviese el carácter de lo tradicional. La mujer jugó
un papel fundamental en estas nuevas expresiones sociales y espirituales que marcarían
una época…nuestra época.
4.
La
masculinidad puesta a prueba.
Sólo
hasta que la mujer inicia su proceso de identificación como ser independiente
al hombre y los roles que éste le había asignado, empieza su proceso filosófico
y existencial por saber qué significa ser mujer, este proceso lo encabezará la
filósofa francesa Simone de Beauvoir con su obra El segundo sexo.
Hoy hace
50 años la mujer participó de la revolución sexual, y hace 50 años la mujer
colombiana empezó a disfrutar de los logros que en Europa se habían alcanzado
50 y hasta 100 años antes. Por eso podemos entender fácilmente que hoy la mujer
en Colombia esté viviendo la revolución que en Europa se dio hace medio siglo,
con la característica especial de disfrutar de medios interactivos de
comunicación como el internet lo que acelera procesos mediáticos y no siempre
facilita la madurez frente a los cambios trascendentales acaecidos.
La mujer
se descubre no sólo como objeto de placer sino como sujeto de placer, ella
puede disfrutar de su sexualidad sin temor a quedar embarazada, puede explorar
campos vetados para ella. Con esto la mujer rompe con las practicas reales y
simbólicas de dominación masculina, la mujer ya no “es propiedad de su marido”,
ella adquiere poder al volverse autónoma sexualmente, la virginidad, la
heterosexualidad y la fidelidad se replantean pues ahora ella accede a
privilegios masculinos.
Sin
embargo, a manera de respuesta y reflejo cada vez que una mujer deja de hacer
“algo” que tradicionalmente le había sido asignado, emerge una nueva idea de
masculinidad en la que se incorporan los nuevos roles, por ejemplo: si la mujer
deja tras de sí la idea de “cocinar para el hombre”; el hombre aprende a cocinar
para sí mismo. Si la mujer sale del
hogar a trabajar el hombre asume –no sin recelo en los primeros años- el rol de
encargado del hogar.
La figura
del matrimonio como pilar de otra época es revaluada y ahora los contratos de
unión marital pasan a ser civiles y no eclesiásticos; se establecen ampliamente las uniones de hecho,
y empiezan a aparecer nuevas estructuras familiares monoparentales con papá o
mamá, no la pareja.
En este
contexto la homosexualidad se abre camino, así como la definición de nuevos roles masculinos y femeninos como el
transgenerismo, el travestismo, bisexualidad lo que hoy conocemos como
población LGTBI. Así pues, la idea de la masculinidad como “macho”
entra en crisis, el hombre empieza forzosamente a reconocer su parte femenina
en una cultura tradicionalmente machista, hay cambios en la estética y en la
educación el pluralismo emerge como realidad. Así la masculinidad hoy sigue
estando a prueba porque los parámetros morales, políticos y religiosos en
Latinoamérica, como se ha señalado previamente, han permanecido anclados en la
visión machista de la sociedad lo que dificulta la emergencia de la diferencia
sin atravesar los filtros del rechazo, la segregación y el reproche.
5.
La
feminidad puesta a prueba
En la
actualidad las posibilidades que tiene la mujer de asumir roles diferentes y
exitosos están restringidos más a su nivel educativo que al rechazo
generalizado de la sociedad. Tenemos mujeres en presidencias de países,
gerencias de empresas, fuerzas armadas, y en todas las profesiones del mercado.
No
obstante, la mujer se enfrenta hoy a retos particulares pues las generaciones
actuales crecen en un mundo en el que las mujeres tiene “libertades ganadas”,
difícilmente tendrán que luchar por un lugar en el mundo, y sus derechos están
garantizados como los de cualquier otro ciudadanos.
El amplio
desconocimiento de que dichas libertades son recientes, y que se sostienen con
fragilidad en una cultura machista que no ha perdido su vigencia estructural hace
que las mujeres tengan el reto de mantener dichas posibilidades y poder definir
el rumbo del género en el nuevo siglo.
En la
actualidad las tensiones a las que se exponen tanto hombres como mujeres se
amparan en la falta de educación
frente al tema del feminismo como proceso histórico de independencia, más allá
de los gustos o las tendencias morales y religiosas.
Hoy vemos
mujeres que propugnan porque se les respete la libertad de acción en temas
sexuales frente a lecturas machistas (de hombre y mujeres) que las califican
como prostitutas indignas y libertinas abriendo una peligrosa justificación que
algunos –desadaptados sociales- usan para cometer
acosos y abusos sexuales, violaciones y en los casos más lamentables el feminicidio.
En un
ambiente sexualmente promiscuo tanto hombres como mujeres se vuelven víctimas
de abuso en ambientes cada vez más riesgosos en una sociedad que aún no acepta
los comportamientos individuales moralmente diferentes.
Asistimos
a embarazos no deseados y prematuros
en niñas entre los 12 y los 15 años, quienes apelan al libre desarrollo
de su personalidad para iniciar su vida sexual (hombres y mujeres), no
obstante, no asumen la responsabilidad y la negligencia que implica dar a luz
un hijo, retornando así a su rol de menor de edad esperando que los padres
(nuevos abuelos) asuman la educación y sustento del recién nacido.
Tenemos
jóvenes hombres y mujeres que rechazan actos de cortesía propios de la educación machista como dar la
mano… pagar la cuenta… ceder un lugar en presencia de una mujer por
considerarlos retrógrados mientras se redefinen las formas de maltrato y dominio
de hombres hacia las mujeres o de mujeres hacia hombres.
Seguimos
creciendo en una sociedad con exceso de información y procesos nulos de
formación sobre la sexualidad pues los padres creen que en la escuela sus hijos
recibirán la correspondiente educación sexual; y finalmente, como lo demuestran
los índices de maternidad prematura… nadie ha educado a nadie, el tabú sigue
siendo una constante en nuestra sociedad.
Asistimos
a nuevas formas de abusos de niños y niñas que amparados en la internet participan
ingenuamente en redes y grupos de cybersexo,
fomentando el sexting, el bullyng, el Grooming y creando ambientes de
riesgos altísimos para una generación de jóvenes hombres y mujeres que no han
entendido la fragilidad de las libertades adquiridas, no comprenden el valor de
sí mismos, y no están interesados ni en condiciones de direccionar sus acciones
para no perder las libertades adquiridas.
Sólo
quienes estén dispuestos a asumir el reto de pensarse a sí mismos, de conocer
su historia, de evaluar sus acciones podrán sobrevivir exitosamente a este
tiempo. Los demás seguramente, contarán una historia de fracasos, de
frustraciones y como es usual una historia de suicidio ante un mundo, unas
libertades y una historia que les quedó grande. Aquí es donde la reflexión
sobre el género, la historia y la sociedad toman un valor incalculable… si
alguien sigue preguntándose por el valor de la filosofía he de responder que se
encuentra en cada joven que logra sobrevivir a esta generación para ser una
persona libre, autónoma, madura y exitosa.
Dama Formal
Las
mujeres formales ocultan sus pasiones tras un vestido con encaje,
Apaciguan
sus miedos en una promesa de Amor o tal vez una caricia obligada,
Desbaratan
la ilusión de libertad a cambio del protagónico “ama de casa”,
Vician
sus cuerpos con moralidades eclesiásticas y vacían sus tristezas en el Filtro
del olvido.
Condicionan
sus pensamientos bajo el yugo de “Hasta que la muerte los separe”,
Abandonan
el placer para entregarse a un sometimiento necesario justificado por el sano
desarrollo.
Ellas
son fieles seguidoras de las falsas profecías éticas,
no usan
minifalda pues consideran pecaminoso la exhibición de la parte inferior del
cuerpo humano,
no dicen
malas palabras pues creen firmemente
que esto
es un derecho formal de sus patronos y maridos,
además a
toda una dama estas palabras no le combinan
con el
maquillaje sobrio y la cartera de charol,
no
vacilan en seguir órdenes y normas de urbanidad
puesto
que sin estas, ellas no serían unas damas coartadas pero formales.
Y si me
preguntan simplemente digo:
No soy
una dama formal, soy mujer y ya está.
Amarilla
- Poetisa Colombiana
Referencias
Microsoft
®. (2009) Encarta ®. Enciclopedia
Digital. Artículos: Papisa Juana, Cultura Celta, Martín Lutero.
Santidrián
Padilla, R. Mujeres Malas y Perversas.
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Kelly, L.
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(F.S.C) (1962) Historia de la Iglesia.(12
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Andreev,
N. et.al. (1978) Economía Política
Capitalismo. Bogotá, Colombia: Fondo editorial Suramérica.
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