18/3/20

Comparsas entre amigos: el regreso a Arbeláez



Por Luis Oswaldo Bernal Correa

Dedicado a mis amigos y a mi padre que disfrutó esta que fue su última Navidad.

Llega el fin de año y en Colombia suenan desde hace más de dos meses canciones populares que atiborran las radios con ritmos tropicales que anuncian la navidad, un año más que se cierra, las penas, la salud y las dichas del porvenir; mientras que en otros lugares del mundo las melodías son distintas y entre jingle bells y villancicos regionales esperan la noche de los regalos que en latinoamérica acostumbra ser la noche del 24 de diciembre.

Esta época, es una época de regresos, el retorno de los hijos a sus hogares, a sus amigos, a su pueblo, el retorno por vacaciones, el retorno por el afecto, el retorno por el placer del retorno, el regreso a una vida que sigue su trayecto en el pueblo que nos vio nacer, el lugar atesorado a donde invitamos a los amigos que aún no han tenido el placer de conocer este terruño de felicidad llamado Arbeláez.

Fue en diciembre de 2016 cuando se hizo presente la necesidad de participar en el festival decembrino de nuestro pueblo. En esta ocasión es César quien nos convoca, ha estado pensando en participar con una idea para una comparsa, pero necesita más gente, así que poco a poco convoca a los amigos que están de regreso.

¿Qué tal si hacemos un carro de valores y montamos toda la situación que se presenta cuando los guardias recogen el dinero del algún lugar?  Así se gestó una comparsa. Cualquiera puede pensar en los muchos días y horas de preparación que tiene el montaje de una comparsa, y ciertamente muchas toman tiempos extensos para lograr todo lo que se proponen, el nuestro es un caso más divertido e intenso.

Una tarde, sin muchos preparativos ya nos encontrábamos en la casa de Elkin y su familia, estaba Edison, César, Elkin, Mabel, y yo, iniciando el trabajo de pensar la mejor manera de crear desde las armas hasta los trajes, un desborde de creatividad sin ningún otro fin que divertirnos, cero estrés y muchas risas, bromas y manualidades para poder crear todos los implementos a utilizar. 

Lo primero fue arreglar las cañas de “castilla” que generosamente habían sido donadas para crear las armas, las mismas armas con las que uno jugaba de niño imaginando que eran de verdad pero con muertos de mentiras. Así mismo fueron nuestras armas, poco a poco Edison, Elkin, Mabel, y yo limpiamos y cortamos los trozos de caña para crearlas: desde las más pequeñas pistolas hasta la más grande de las “bazucas”. 

¿Cómo las creamos? La respuesta está en el arte la cocina, en la habilidad maestra de César para crear engrudo, y las lecciones que me daba para heredarme la técnica… sin duda un secreto que se ha usado por generaciones, mientras rasgábamos papel periódico… mucho papel periódico que sumergido en el engrudo pasó a envolver  las cañas y a dar vida a las “armas”, mientras Don Pedro Ortiz, el papá de Elkin con su habilidad en la costura nos ayudaba con el diseño y confección de los “chalecos antibalas” característicos de los guardas de seguridad hechos en lona de concentrado.



La noche corre rápida mientras nos percatamos de lo tarde que es y que a pocos días aún quedaba mucho por hacer. Afortunadamente, los buenos amigos que siempre piensan en todo nos han traído empanadas y un líquido vital producido por la empresa de licores de Cundinamarca.

Al finalizar la jornada, concluimos que el nombre de nuestro grupo sería FULL 80, qué otro nombre sino este podría identificar nuestra generación y esta experiencia de alegría y creatividad que se gestó a partir las bandas sonoras que esa noche gracias a la señora Albeniz (la mamá de Elkin) nos acompañaron. Cerramos la noche asignándonos tareas para el otro día, de modo que avanzáramos por separado y lograr tener todo listo para la presentación.

Al segundo día de labores se continuó con la confección y arreglo de los chalecos “antibalas”, Edison, Elkin y Mabel ya se encontraban trabajando en el carro de valores, que se construiría en cartón y sobre la base de un carro de balineras que se encontraba adelantando el padre de César, Luis Lalinde. 

Por otro lado, yo había adelantado el diseño de los billetes con los que buscábamos dar un concepto crítico a nuestra comparsa, andaba en búsqueda del tema musical para nuestra presentación, el cuál terminó siendo la canción de "Los Magníficos" (The A Team). Ese día nos logramos ver un momento en la noche, y seguimos con el proceso de las tareas que nos habíamos asignado.

Finalmente llegó el día de la presentación, ya estábamos sobre el tiempo y había cosas que arreglar aun. Llegaron todos los amigos, paulatinamente llegó Flor Sanabria (mi esposa), Gonzalo Lalinde (Hermano de César) y un amigo invitado, Emily (Hermana de Edison), mi padre Luis Bernal, Luis el padre de Gonzalo… todos los que de una u otra forma hacían parte esta comparsa estuvieron allí. 

Mientras unos ayudaban a pintar los logos de nuestra comparsa llamada “INVERSIONES SANTOS S.A.”, otros daban los últimos retoques de pintura al carro de valores, el “exosto”[1]  brillante, la parrilla delantera elaborada con un panel de luces de oficina en desuso, las llantas que al final tuvimos que fijarlas de un modo especial para que el carro se pudiera desplazar.

Entre tanto, los demás ya estaban corriendo para ubicarse en el punto de partida, mientras tarde, los subimos presurosos las calles inclinadas de nuestro pueblo hacia el lugar que nos correspondía.

Cuando nos dimos cuenta que ya habían empezado el desfile e íbamos retrasados, corrimos y mientras lo hacíamos entregamos dinero impreso con el mensaje crítico de que nos ivan a subir el IVA al 19% y la gente como si nada, llevabamos armas y poniéndonos chalecos negros (como finalmente quedaron pintados) sobre camisetas blancas llegamos al lugar que ocupabamos en el desfile.

Incluso esta carrera final fue el punto de cierre perfecto para el logro de unos amigos que quizás vuelvan a estar reunidos solo en el siguiente diciembre, o si estamos de “de buenas” en las siguientes ferias y fiestas porque así son los regresos, porque así es que nos une la amistad y la vida compartida en un pueblo del que somos hijos, porque así son las “Comparsas entre amigos cuando regresan a Arbeláez”. Nos veremos pronto amigos.




[1] http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-14491058

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